Este año ha sido una etapa de transición,
de centrarme en mí,
de ser egoísta,
de centrarme en mí,
de ser egoísta,
de dejar de hacer las cosas para el resto,
de mirarme al ombligo.
Si miro a mi yo de hace un año
casi no lo reconozco.
No he cambiado tanto en la forma exterior,
puede que nadie note mi transformación,
pero lo que a mi YO (egoísta) se refiere...
he cambiado mogollón.
Sobre todo, el cambio más importante,
ha sido aprender a quererme
desenterrando mi ego,
siendo capaz de mirar un objetivo
fijamente a sus ojos amenazantes
y lanzarme
creyendo que puedo conseguirlo.
Porque siempre quiero más,
veinteañera inconformista,
insaciable, demasiado exigente.
fijamente a sus ojos amenazantes
y lanzarme
creyendo que puedo conseguirlo.
Porque siempre quiero más,
veinteañera inconformista,
insaciable, demasiado exigente.
Creer que puedo conseguir
cualquier cosa que se pase
por mi mente furiosa.
por mi mente furiosa.
Querer mucho al mundo
pero a mí misma el doble.
Valorarme.
Todos deberíamos tener una etapa de transición,
lenta, larga y completa.
Para querernos antes de intentar que nos quieran.
Para ser felices antes de buscar la felicidad.
Para conocernos antes de intentar que nos conozcan.
Casi un año después de una época complicada
puedo decir que he tenido muy pocos días malos
desde que llegué al 50% del cambio,
que ha sido difícil a veces,
pero que ha merecido la pena
y la merecerá más aún (si puede).
y la merecerá más aún (si puede).
Casi un año después de una época complicada puedo gritarle al mundo
que soy feliz,
que estoy (casi casi) completa,
que me conozco al 89%
y que se prepare,
porque me quiero un montón
y no me va a parar nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario